EL
ACCIONAR DEL HOMBRE EN SU MAS ESTRECHO VINCULO CON EL LENGUAJE Y LA LITERATURA.
El hombre es un ser
social por naturaleza, a través de su interacción con el mundo se va formando,
va logrando adquirir las competencias necesarias para su “saber hacer”, por lo
que es indudable reconocer a la palabra como el elemento primordial de
sociabilidad y por ende darle el lugar al lenguaje y a la literatura como las
fuentes de esa riqueza de accionar de los individuos, de manera que son estos
los que permiten una formación integral al hacer del hombre un ser más
completo, competente y útil para la sociedad.
De esta manera la
literatura se caracteriza no solo por representar la identidad cultural de la
comunidad donde nace, sino que desde su esencia esta misma crea identidad, generando los elementos necesarios
para determinar una estrecha relación entre los procesos culturales que lleva a
cabo una comunidad, con la construcción y estudio crítico de un texto
literario. Dentro de esta funcionalidad el individuo reconoce la necesidad de encontrar
el significado de las circunstancias de su entorno próximo a través de un
lenguaje más elaborado que se forma a partir de su experiencia. La literatura
nos provee de una particular relación imaginaria con lo real, los textos
literarios permiten el despertar de una existencia compleja por medio del
suscitar de lo estético; ofreciendo un campo de representaciones liberadas de
la realidad que impulsan el carácter crítico y reflexivo del hombre,
promoviendo la apertura de un lugar de convergencia ideológica.
Por consiguiente la
literatura al hacer uso del lenguaje como instrumento, dando lugar a un
producto estrechamente social, lleva implícitas unas características de
carácter temporal y espacial, de manera que permite hallar áreas culturales
emergentes de una realidad inmediata que se hacen perceptibles al hombre desde
su representación social y la capacidad cognoscitiva que ha desarrollado a lo
largo de las experiencias vividas.
Como lo señala
Mikhail Bakhtin que la construcción de sentido depende de la valoración social
que se haga del texto literario y de los contextos que este engloba. Para
él todo enunciado se inserta en un
contexto social e histórico; que de una u otra manera elaboran el sentido del
texto:
Siendo a la vez un
complejo material- fónico, articulatorio y visual-el enunciado es al mismo
tiempo parte de la realidad social. Al organizar la comunicación hacia una
posible reacción de respuesta, el enunciado también reacciona a algo que esta
entretejido indisolublemente en el acontecimiento de la comunicación. Su
realidad unitaria ya no es la de un cuerpo físico, sino la realidad de un
fenómeno histórico. No solo el sentido del enunciado es socialmente
significativo, sino también el mismo hecho de su enunciación, en general, el
hecho de su realización aquí y ahora, en estas circunstancias, en el momento
histórico dado, en las condiciones de una determinada situación social.
(Mikhail Bakhtin, 1985).
De esta forma queda
al descubierto como Bakhtin articula los conceptos de literatura y contexto o
cultura en una unidad de comunicación y fortalece los lazos entre el texto
literario con su origen para lograr una mejor explicación del mismo.
Sobre esta línea cabe
resaltar la importancia de estos elementos espacio y tiempo en el lenguaje y la
competencia literaria del lector, al sumergir en el proceso, aspectos
socioculturales que generan una comunicación espontanea con el receptor mientras
lo induce, dejándole abiertos diversos espacios de interpretación de la obra al
no revelarle realidades exactas.
Así por medio de la
pedagogía se pueden construir diversas posibilidades de trabajo con la
literatura desde el aula, teniendo en cuenta la edad cronológica del pensamiento
de los estudiantes. Los lineamientos curriculares de la lengua castellana hacen
énfasis en la evolución de los niveles de complejidad a medida que avanza el
grado de escolaridad, que pasan desde la identificación hacia procesos de
interpretación, explicación y producción de textos; revelándole al maestro
alternativas para alcanzar la formación de lectores competentes y por ende de
ciudadanos socialmente íntegros.
Desde la escuela los
maestros pueden lograr el cambio del accionar de los estudiantes en su
individualidad al prepararlos no solo para que adquieran el hábito de leer en
el ámbito extraescolar sino que comprenda el sentido del texto bajo la
argumentación. Todo esto gracias a la competencia literaria y crítica del
profesor, quien por medio de sus experiencias lectoras posibilita espacios de
retroalimentación literaria en donde selecciona textos acordes a las
necesidades del estudiantado dentro de un proceso de intertextualidad.
Para Bajtin hay un
“dialogismo interno de la palabra” y “lo interno no se basta por sí mismo esta
dialogizado” (1982:327). Es así como Bajtin le da al escritor el carácter
activo a través de la intertextualidad, el cual comparte a través de su obra
con el lector quien a su vez entabla un proceso dialógico con este y con la
obra en un entrelazado cultural entre el presente y el pasado de la misma,
sugiriendo así distintas relaciones culturales que le permiten comparar
diversas obras y reforzar su competencia, ingresando al universo literario
lectores dotados de competencias discursivas, bajo estructuras ideológicas
concretas propuestas por el autor.
De acuerdo con Oleza
la ideología opera como una forma de mediación entre la realidad y la obra
(Oleza: 1981,182) generando aspectos primordiales en la exploración y abordaje
de un tópico social que se expone con el objetivo de lograr una transformación
social y humana en la literatura análogamente con la capacidad reflexiva y
critica del lector.
Por consiguiente el
encuentro del significado de la obra depende de mecanismos o elementos
ideológicos resultantes de la misma, en
donde escritor y lector se conjugan bajo una intención discursiva que expone el
autor y se inmortaliza en el pensamiento de quien lo lee.
Todo esto parece
confirmar la inevitable compatibilidad entre los pilares socioculturales que
determinan a los individuos y el lenguaje como instrumento de la literatura de
manera que precisa formas de coaccionar la problemática ideológica y critica
con que se enfrenta las demandas de la sociedad. Desde la escuela se permite la
inmersión de la literatura como un encuentro entre el texto literario en su
estructura más profunda con el pensamiento y la conducta del hombre; de ahí el
carácter social del texto en su relación con el contexto.
Teniendo en cuenta la
incierta realidad social en que vivimos se acentúa la importancia de que los
maestros lleven a la escuela alternativas para construir procesos
significativos y permanentes que dejen huella en las iniciativas de cambio que
se han idealizado desde tiempos remotos, a partir de los altos índices de
delincuencia, corrupción, ilegalidad con la que convivimos a diario queda más
que demostrado que la falta de cultura y el nefasto desconocimiento de nuestra
realidad mundial no ha permitido tener una visión clara del panorama en que vivimos,
dejando a la cabecera otros que toman como títeres a los más desprotegidos.
En conclusión podemos
precisar una vez más el poder de las letras sobre el “saber hacer” del hombre,
el poder de las palabras al formar e impulsar la competencia critica por medio
del sentido que se oculta en los renglones de cada texto y los procesos cognitivos y procedimentales
completos que se pueden desarrollar en el aula en un acto de retroalimentación
entre maestro-alumno, lector-escritor, texto-cultura- ideología y sociedad. No
obstante cabe traer a mención ya para finalizar una frase que ejemplifica lo
anterior “En muchas ocasiones la lectura de un libro ha
hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida”( Ralph Waldo Emerson (1803-1882))
CONCLUSION ENCUENTRO 1
Con el paso del tiempo el lenguaje fue proporcionando una disciplina
encargada de expresar pensamientos, sentimientos y experiencias que son reflejadas en la literatura, la cual brinda
un espacio para transformar el pensamiento del hombre a través de las letras. De
tal forma que se genera un vínculo entre el autor y el lector; ya que el autor
escribe acerca de sus experiencias
vividas y el lector se sumerge en la
lectura construyendo una identidad de su realidad que puede influir
significativamente en su forma de actuar y pensar.
De esta manera queda evidenciada la
pobreza ideológica y visionaria de la sociedad, como lo señalaba William Ospina
en su texto “la franja amarilla” mostrando como un país, a pesar de su riquezas
se muestra inerte ante la realidad que se vive ,para esto el autor comparte su
conocimiento y busca generar una reacción en el lector logrando que este tome
una posición frente a la realidad que se muestra y tome conciencia de lo que se
vive formando así un lector activo y competente capaz de dar respuesta a las diferentes problemáticas que vive la
sociedad.
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